sábado, 31 de octubre de 2009

El Cisne Negro

Clase de Economía y Eduardo Fracchia recomienda este libro. Somos de pronosticar muy lineal, dice él. Encontré esto en internet y dos videos que están al final.

Si estuviéramos en una clase de ciencias naturales en un instituto allá por el año 1690, nos explicarían que el plumaje de los cisnes era blanco. Incluso, alguien podría haber “descubierto” una teoría para justificar el color blanco de las plumas y esta teoría podría haber llegado a ser aceptada por la comunidad científica de la época. El problema surgió cuando en 1697, exploradores europeos se dirigieron a Australia y encontraron entre la numerosa fauna que poblaba la isla: cisnes negros.

Esta historia, nos sirve como metáfora para introducir el concepto de El Cisne Negro. El cisne negro, es un suceso con tres características básicas: gran impacto, difícil de predecir y sobrepasa las expectativas aceptadas.

Nassim Taleb nos habla principalmente de la poca capacidad que tenemos para predecir los grandes acontecimientos cuyos impactos cambiarán el futuro, y de nuestra obsesión por la modelización de la realidad. Creemos contar con la verdad, puesto que partimos de modelos “científico-matemáticos” de validación, pero no nos damos cuenta de que las premisas que aceptamos como válidas no siempre lo son.

A posteriori surge alguien que ya predecía a forma de Nostradamus que iba a haber un atentado o una gran crisis en los mercados, pero siempre a posteriori. Esto me recuerda a los chartistas (especuladores bursátiles a corto plazo que utilizan los gráficos como fuente de información) que aciertan 50-50 en sus predicciones bursátiles.

El cisne negro es una delicia para todos los curiosos que no se quieren rendir. Las páginas de este libro son un canto al escepticismo (higiénico), el cual nos separa de dogmas y verdades absolutas y nos acerca al conocimiento general más que al específico.

La realidad nos demuestra día a día que el movimiento no viene de las cátedras, sino del dinamismo vivo. Seamos más críticos y partiendo de una basta pluralidad de fuentes, montemos nuestro propio criterio, el cual puede ser más o menos acertado; pero será el nuestro.




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