martes, 8 de diciembre de 2009

Empresas que perduran

Generalmente, no me gusta copiar y pegar, pero este libro tan nombrado en Estrategia debía venir a parar a este blog. Si llego a tomar algo de tiempo escribiendo, en lugar de copiar y pegar (una cuasi excepción) y no me va del todo bien en el examen, me voy a lamentar. De todos modos me podrá ir mal, pero no podré culparme por haber tipeado mucho más.

Encontré esto en dracma.com.uy escrito por Natalie Cukerman ya hace más de un año. Se los acerco:

No quedarse quieto
por Natalie Cukerman

Las empresas exitosas no son las que perduran. Tampoco las que subsisten. Según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), “perdurar” quiere decir “mantenerse en un mismo estado” o “durar mucho”. A pesar de que James C. Collins y Jerry I. Porras titularon su investigación como “Empresas que perduran: principios exitosos de compañías triunfadoras”, han dejado en evidencia que la verdadera clave del éxito es la prudencia de no mantenerse quieto.

La investigación realizada por James C. Collins y Jerry I.Porras se erigió sobre el análisis de dieciocho compañías visionarias, tanto de su vida como confrontadas con otras compañías denominadas “de comparación”. Los autores consideran una compañía visionaria a aquella en la cima de su industria, con una permanencia en el tiempo que incluye múltiples generaciones de presidentes, con un ciclo de vida elástico que le permitió rebotar de la adversidad y que ha dejado una influencia significativa en la sociedad que la rodea.

Las empresas surgen de una forma similar a una idea, queriendo afirmar algo particular y distinto, ya sea una nueva forma de hacer las cosas o de cambiar la sociedad. Pero no transcurrirá mucho tiempo hasta que surjan situaciones que hagan tambalear el proyecto: la competencia (ya no solo a nivel local sino también internacional), el gobierno de turno o una crisis mundial como la actual. Frente a estas adversidades o antítesis que atentan contra la supervivencia de la idea original, las compañías visionarias tienen la habilidad de rescatar aquellos elementos nuevos para posicionarse desde un lugar distinto.

Es por ello que los autores afirman que, en la etapa de creación de una empresa, no es necesario un líder carismático ni una gran idea. La clave del éxito es otorgarle a la organización la elasticidad suficiente para enfrentarse a las adversidades de forma de poder revisar o modificar la idea original sin abandonar la compañía. De esta forma, si una idea fracasa, no arrastra consigo a toda la empresa. La organización se ve entonces como un fin en sí mismo: los productos son un vehículo para el desarrollo de la compañía y no a la inversa. Los líderes de empresas visionarias tienen la habilidad de “crear relojes”; en definitiva, de construir una organización que pueda “luchar por su supervivencia” independientemente de la situación concreta que le toque atravesar. Esta lucha parece ser, paradójicamente, el motor de vida de las empresas exitosas. Los autores encontraron una correlación negativa entre el temprano éxito empresarial y convertirse en una compañía visionaria.

En lugar de atormentarse con la “tiranía de la disyuntiva” que implica elegir A o B, pero no ambas a la vez, las compañías visionarias se liberan con el “genio de la agregación”. En vez de elegir entre A o B, encuentran la manera de quedarse con A y con B. La empresa debe tener muy presente su ideología, compuesta por los valores centrales de la compañía y su propósito. Las empresas visionarias han mantenido una ideología central en mayor grado que las compañías de comparación, preocupándose menos por las utilidades. La rentabilidad es una condición necesaria para la existencia y un medio de alcanzar fines más importantes, pero no es un fin en sí misma para muchas de las compañías visionarias. El declarar una ideología y tomar medidas para hacerla penetrar en toda la organización e ir más allá de cualquier líder individual es una característica de las compañías exitosas.

Los autores terminan por llamar a este proceso dialéctico: “preservar el núcleo y estimular el progreso”. La ideología central de una compañía visionaria funciona estrechamente ligada a un impulso infatigable para el progreso que promueve el cambio y el movimiento de avance en todo lo que no sea parte de la ideología central. El impulso para el progreso capacita a la ideología central porque sin cambio continuo y sin movimiento de avance, la compañía, que es la portadora del núcleo, se quedaría atrás en un mundo siempre cambiante, y dejará de ser fuerte, o hasta quizás de existir.

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